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Las trementinaires de los Pirineos, eran mujeres originarias de esta zona montañosa que se dedicaban a la recolección de hierbas medicinales y resina de aceite (del árbol de trementina). Con estos productos prepararon remedios y vendieron estos productos a masías y pueblos de toda Cataluña a través de rutas que caminaban largos días.
La trementina era el principal producto de sus ventas, del que deriva la palabra trementinaire. Es una sustancia obtenida de la resina del pino silvestre (Pinus sylvestris). A partir de la destilación de esta trementina, se obtenían dos productos: la esencia de la trementina o eucalipto y la pasta o colofina griega. También hacían una trementina rehecha a partir de la combinación de estos dos componentes, que los usuarios podían comprar en las tiendas farmacéuticas.
Esta actividad, realizada durante el siglo XIX y hasta principios del siglo XX, proporcionó ingresos a las familias que vivían de la agricultura y la ganadería en un contexto de autoconsumo. Cada año, las trementinaires solían hacer dos viajes a las montañas de los Pirineos; uno en otoño volviendo a casa por Navidad y el otro en primavera hasta Semana Santa.
Cada trementinaire iba de ruta con un aprendiz, normalmente era un miembro de la misma familia, una hija, una nieta, una sobrina o la hermana pequeña. En algunos casos, el compañero era el hijo, si no había hija en la familia. Los mayores transmitieron a los novatos no sólo conocimientos sobre plantas y fórmulas de trementina, sino también artes médicas, los circuitos de venta y los clientes potenciales, que hoy en día llamamos habilidades de marketing. A lo largo del camino, permanecían en casas particulares donde eran bien recibidas a cambio de hierbas y remedios. De este modo, además, mientras que las trementinaires contribuyeron a ganar dinero para la familia, no gastaban dinero al alojarse en esas casas particulares.
Las trementinaires viajaban cargadas con haces llenos de hierbas y recipientes de estaño con la trementina y aceites de abeto y enebro. Cargan, además una hoz para cortar hierbas y una balanza romana para pesar los productos. Aprovechaban sus viajes para comprar materiales y artículos que necesitaban y que no encontraban en las montañas del Pirineo.
La actividad trementinaire se mantuvo hasta los inicios del siglo XX. La última trementina activa fue la Sofía Montaner (1908-1996), que hizo el su última ruta en 1984.
Hoy día se puede ver toda la historia de las trementinaires en un museo situado en el pueblo de Tuixent en medio de los Pirineos.