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La Guerra de los Segadores en 1640 es el conflicto bélico que afectó a buena parte del Principado de Cataluña entre los años 1640 y 1652, y que tuvo como efecto final la firma del Tratado de los Pirineos del año 1659 entre España y Francia, por el que se separó del Principado de Cataluña el condado de Rosellón, el Conflent, el Vallespir, el Capcir y una parte del condado de Cerdanya, que pasan a ser territorio Francés. Este artículo pretende ser un viaje por la historia y geografía catalana donde rincones de la orografía de Cataluña fueron testigos de los hechos descritos.
El canónigo de la Seu d’Urgell a los pies del Pirineo, Pau Claris, pidió ayuda a Francia para sofocar la revuelta popular contra la burguesía y la nobleza catalana. Cataluña se vio agravada por el malestar que generó la presencia de tropas francesas. Además, las tropas castellanas e italianas que habían entrado en Cataluña para combatir a los franceses causaron grandes estragos en el campo rural. Otro detonante fue la crisis de relaciones políticas, en 1626, entre las instituciones catalanas del Principado y la monarquía Hispánica, a causa de las pretensiones fiscales para sufragar las guerras en las que estaba inmersa la Castilla de los Austria. Efectivamente, la política imperial que los Austria mantenían en Europa imponía enormes gastos a las finanzas de Felipe IV de Castilla y obligaba a buscar nuevos recursos financieros. El conde Duque de Olivares, primer ministro del rey, propuso un programa político-financiero, encaminado a obtener contribuciones, con base en dos proyectos, uno, el Memorial Secreto, que era un informe que establecía la necesidad de cambiar el sistema de la monarquía, en un sistema único. Y el otro, “la Unión de Armas” que determinaba que todos los reinados, estados y señoríos de Hispania, debían dar soldados y dinero a la Corona, proporcionales a su población.
En 1639, las dos causas se entroncaron y se produjo la conjunción del mal estar de los campesinos y el recelo político de las autoridades. Así se fue configurando la ideología popular de la revuelta. La aristocracia catalana tenía una actitud política más moderada hacia la monarquía. En 1640 el rey de Castilla, temeroso de ataques franceses, ordenó que el ejército hispánico permaneciera en Cataluña, a la vez que era una carga fiscal sobre el campesinado. Esta situación comportó también abusos de la tropa entre la población y produjo graves incidentes en pequeños núcleos campesinos que poco a poco se extendieron hasta Barcelona.
En la primavera de 1640, Francisco de Tamarit, delegado del brazo militar de la Generalitat y miembro del Consejo de Ciento fue encarcelado por la autoridad real, acusado de no facilitar, desde su cargo, las levas y alojamientos a los soldados castellanos.
Los campesinos sublevados entraron en Barcelona el 22 de mayo, posiblemente con la complicidad de las autoridades catalanas, y pusieron en libertad a Tamarit. Barcelona a orillas del mar Mediterráneo y rodeada por la sierra de Collserola con el Tibidabo al norte y Montjuich al Oeste.
El 7 de junio de 1640, se conoce como el Corpus de Sangre, “La Revuelta de los Segadores” se inició en Sant Andreu de Palomar, cuando los somatenes de Sant Celoni, de Blanes y campesinos de la Cataluña interior que bajaban para ser contratados para la siega. Decidieron enfrenarse a las fuerzas del conde-duque Olivares, que se mantenían en Cataluña a pesar de ya haber terminado la guerra contra el francés del S XVI y que a más que saqueaban poblaciones y violaban los derechos básicos de la ciudadanía catalana. Los segadores escogieron por bandera el Santo Cristo de la Parroquia de San Andrés del Palomar y se dirigieron hacia Barcelona. Los grupos de segadores que entraron en la ciudad originaron un motín. Numerosas reuniones entre los consejeros de Barcelona y los segadores sublevados tuvieron lugar en la parroquia de Sant Andreu de Palomar. La noche del 21 de julio, los tortosinos se sublevaron contra el gobernador de la ciudad por la sospecha de que las tropas castellanas estacionadas en Tortosa serían utilizadas contra el Principado. La revuelta triunfa con el bloqueo de Tortosa y el estacionamiento de las tropas castellana.
En septiembre del mismo año, el ejército de Felipe IV de Castilla comandado por el marqués de Los Vélez, se dirigió contra Cataluña. Ocupó Tortosa, con 23.000 infantes, 3.000 jinetes y 24 cañones. Avanzando en dirección a Barcelona después de las batallas del Coll de Balaguer el 10 de diciembre y de Cambrils el 12 de diciembre. La ocupación fue seguida de una durísima represión contra el pueblo sublevado.
Tortosa dominada en el Norte por los Puertos de Totosa y en el Sur por el Montsià
El sitio de Cambrils del 12 de diciembre de 1640, es sin duda, la página más brillante y gloriosa de su historia local. Pero también la más trágica y dolorosa.
Cuando los soldados y los aldeanos rendidos salían por las puertas de la muralla se produjeron los hechos trágicos, en un corto espacio de tiempo, más de setecientos hombres morían degollados y despedazados. Los jefes militares de la plaza, el alcalde de la villa y varios consejeros fueron juzgados sumariamente y posteriormente ejecutados. Cambrils está dominada por la cordillera de la Musara, Mola de Colldejou, el Pic Redom en las cercanías de Pratdip y a sus pies las tres colinas de la Figuerassa.
El 16 de enero de 1641, Barcelona se preparó para defender la ciudad de las tropas hispánicas desde Montjuïc. Pau Claris proclamó la República Catalana y acordó una alianza política-militar con Francia.
Con las tropas castellanas alojadas ya en Sants (actualmente barrio de Barcelona), Cataluña se ponía finalmente bajo la obediencia de Luis XIV de Francia y la Generalitat obtuvo una importante victoria militar en la batalla de Montjuic el 26 de enero de 1641 y obligó al ejército castellano a retirarse.
Pocos días después de la victoria de Barcelona, llegaba la ayuda del ejército francés. Sin embargo, el 27 de febrero moría el presidente Pau Claris posiblemente envenenado.
Para asegurar que la adhesión a la corona francesa se realizaba preservando los derechos y leyes catalanas, se empieza a preparar un documento de condiciones, el Pacto de la Péronne, firmado por el rey de Francia en 1641.
En 1647 se crearon varios regimientos catalanes regulares, tanto de infantería como de caballería. Tortosa se mantuvo bajo soberanía castellana hasta 1648, en que fue conquistada por los franceses, que se mantuvieron hasta 1650. Año de la guerra de la Fronda, una guerra civil francesa durante la minoría de edad de Luis XIV de Francia, situación que debilitó a las fuerzas militares francesas en Cataluña, y comportó la retirada de gran parte de la tropa francesa, con el consecuente el avance de las tropas castellanas.
La recuperación española pone sitio a Barcelona y su ocupación en 1652. Al año siguiente la iniciativa pasa de nuevo a los franceses al acabarse la guerra de la Fronda en 1653. Durante la mayor parte de la guerra, la línea divisoria entre las dos soberanías seguía aproximadamente el río Llobregat aguas arriba, seguía hacia Igualada dejando el macizo de Montserrat en dominio catalán, Cervera y la Seu d’Urgell con todo el dominio de los Pirineos también en la parte Catalana
En 1659, Mazzarino por parte francesa y Luis de Haro por parte española pusieron fin a esta larga guerra entre ambas coronas con el tratado de los Pirineos, por el que se dividía Cataluña. Establecieron la cordillera de los Pirineos como frontera, según el argumento de los hábiles negociadores por parte de Mazzarino, diciendo: “tal y como antiguamente ocurría entre galos e hispánicos”, y se produjo la segregación del territorio de la Cataluña norteña. Así que muchas cimas del Pirineo han quedado como hitos de frontera, como es el caso del Puigmal.
Con el fin de la guerra, el Principado de Cataluña conservó sus instituciones, pero el conflicto se saldaba con la anexión del Rosellón, el Conflent, el Vallespir y parte de la Cerdanya con las cimas del Carlit, Peric y el Canigó, en la corona francesa.